La estadística de nacimientos explota las características básicas de los partos, los nacidos y sus progenitores, así como el territorio donde ocurren y donde se inscriben en el Registro Civil. Esto permite profundizar en el conocimiento de la fecundidad y desarrollar acciones a corto y medio plazo sobre infraestructuras y servicios ligados a los nacimientos. Pero también puede utilizarse alguna característica de esta estadística para fines menos científicos y de  gestión, aunque posiblemente de más interés para el público en general.

Este es el caso de los nombres de inscripción en el Registro Civil de los recién nacidos, cuyos recuentos desde 1987, muestran los cambios que se han producido en la sociedad madrileña respecto a las costumbres y modas de uno de los elementos de mayor identidad personal: el nombre propio.

Estos recuentos están obviamente diferenciados por sexo, y se organizan en dos formas de ordenación, una alfabética y otra por el número de casos registrados en el último año cerrado de la estadística de nacimientos, el 2001. A través de ellos se empieza a advertir una nueva geografía humana de los progenitores, reflejada en los nombres con que registran legalmente a sus hijos, advirtiéndose cada vez con mayor frecuencia nombres de origen árabe, anglosajón, latinoamericano, oriental, etc.