Clair de Lune

La luz. Un descubrimiento y un secreto. Un primer amor, un reencuentro. En un juego de sombras y de luces en el que cada uno desarrolla y explora su jardín secreto, bajo el claro de luna.

Referencia y guía para millones de africanos que viven en pueblos sin alumbrado eléctrico, la Luna es la fuente de luz que embellece los corazones, el cuerpo, y hace viajar el espíritu. Acunados por su luz, a veces discreta, a veces indiscreta, la Luna nos conduce al corazón de las mil y una historias de África.

Fuente de belleza, el satélite se convierte en la sombra de los seres que se cruzan, que se acercan o que se alejan. Juegos de siluetas, espacios irreales, la vida que se teje y se desteje a voluntad de la luz blanca.

Sobre el escenario se cierne la oscuridad. Después, una luz extraña muestra caras, cuerpos y nuevos espacios. Comienza entonces un juego donde la Luna se hace más presente que nunca para vestir con su resplandor los solos, que luego se convierten en dúos, que se desdoblan en tríos, en cuartetos, en quintetos. Con un ritmo

desenfrenado, la energía llena los cuerpos mientras la luz recrea el espacio escénico.

Clair de Lune (Claro de luna), estrenado en septiembre de 2005 en el Théâtre Antoine Vitez de Ivry-sur-Seine (Francia), toma su inspiración de la danza africana tradicional para elaborar un lenguaje coreográfico contemporáneo. En escena, aceleraciones sorprendentes, impactantes saltos acrobáticos, cómica expresividad gestual y el talento reconcentrado de seis bailarines y dos percusionistas. 

Como un taller de creación expuesto a los ojos del espectador, esta pieza del coreógrafo costamarfilense Georges Momboye recrea una armonía de ritmos que pasan del directo al playback en un espacio lleno de poesía, humor y emoción.

La crítica ha definido Clair de Lune como un espectáculo de “danza africana y danza contemporánea que se alían para hablarnos de humanidad” y como “un concentrado de energía, maestría y belleza”.

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