Il était trois fois (Había una vez tres veces), estrenado en 2006 en el Théâtre Ville de Quebec (Canadá), es una fábula contemporánea que nos sumerge en cuentos de aquí y de allá. Es también un espectáculo que, por las acrobacias y la presentación atlética, recuerda la singularidad y el dinamismo del ambiente circense.
Tres jóvenes deben enfrentarse a los más temibles riesgos para encontrar a una maligna hechicera, demostrando que la vida es a veces como un bosque donde uno puede perderse y afrontar sus miedos. El Pequeño, tanto si está colgado en el último acantilado del mundo, perdido en un fabuloso paraje o agazapado en un subterráneo, deberá apartar las dudas y ponerse la armadura del coraje. Juntos, el Pequeño, el Mono y la Niña-Sola se lanzarán al fondo del abismo para destruir la fuente de sus desdichas. Il était trois fois combina movimiento, música y ambientes sonoros especialmente creados para evocar el coraje de los niños en un mundo que, como el nuestro, se convierte con demasiada frecuencia en un universo inhóspito y hostil. Algunas escenas recuerdan la desazón de Hansel y Gretel perdidos en el bosque. Otras, impactan con el combate mortal entre una bruja y un mono, a la manera de las óperas chinas tradicionales. Y también descubrimos una isla tan misteriosa como la creada por William Golding en El señor de las moscas.
La escenografía recrea un módulo de juego de escuela primaria japonesa que permite una estética al mismo tiempo singular y dinámica en la que los movimientos de los intérpretes acróbatas están siempre respaldados por la música.
Primero, el tema que late en el corazón del espectáculo: el coraje que hay que tener para afrontar la vida sobre nuestro planeta. Después, una historia... Había una vez tres veces...
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